Hambre


"Dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé unas cien veces. "
-Mark Twain

CLARIDADES PARA EL LECTOR:
I.
Para algunos de los ejercicios de escritura de este blog, he vuelto sobre mi, me he releido bajo la premisa de que hay constantes en la vida. Una de ellas ha sido la escritura, y como escritura, la catarsis hecha me permite, de cierto modo, volver sobre aquellos demonios, verlos de lejos y saludarlos, ahora con un poco de nostalgia. 
II.
Para mi, fumar ha sido un acto estrechamente ligado a la escritura. Han sido pocas y atenuantes las ocasiones en que he escrito sin sostener una bocanada de humo en mis pulmones. Sin embargo,Pocas veces he realizado el ejercicio de escribir con un numero limitado de liados o sin los mismos. Los siguientes pseudo-poemas, digo pseudo porque la poesía y yo tenemos una relación algo tormentosa, son el resultado de ese ejercicio. Durante el ejercicio de escritura titulado Hambre, no paraba de pensar en el momento en que acabara de escribir para poder fumar. La noche de la que hablo al comienzo del poema se refiere a una noche en la que realicé el siguiente ejercicio, algo similar en cuanto a la carencia de tabaco. 

3 Cigarrillos. 

Un cigarrillo  y las notas revolotean danzando felices en la habitación, inhalando todo el humo que va a terminar por llevarlas a un deceso lento y tortuoso lleno de color azul y voces que se enmudecen Un cigarrillo y las notas revolotean pero yo no, me siento atado al suelo y mis pensamientos no pueden ponerse en pie, se arrastran y encuentran la luz en mis palabras. Un cigarrillo y entran en escena más notas, tranquilas recorren las calles de mi cabeza como buscando monedas y amores en el suelo, en el asfalto rojo de mis ideas. En medio de la luz vespertina de mi memoria, empiezan a excavar en busca de sus ancestros enterrados por los instantes de barcitos pequeños y odiosas miradas; un cigarrillo esta por acabarse y las notas empiezan a tomar fuerza y se mezclan con palabras acurrucadas en rincones sobre sobras de clímax. Un cigarrillo y las notas saben su destino, morirán cuando acabe su turno de bailar, pero esperarán pacientes en sus panteones hasta que sea su turno de nuevo.

Dos cigarrillos, otro más cerca del cáncer y una excusa para partir sin despedirse; y recordé un cielo blanco y gotas frías y pesadas que ruñían mi cuerpo en un lejano y triste patio, recordé que ella dormía y yo me consumía, me sentía mártir, me sentía hundirme solo para esperar que ella extendiera su mano  y me sacara, me equivoqué, ella siguió durmiendo soñando quizá con el horizonte de un mar ajeno; me ahogue y resurgí más decadente, más sabio, más pequeño, más real. Dos cigarrillos y me cansé de recordar, ahora me llaman otros pastizales. Dos cigarrillos y recorriendo tonadas encuentro el himno de su olvido, el himno del día en que la enterré con arena de una nueva vida, pero ella seguía latiendo bajo ese túmulo, y ese himno ahora me suena más a ella que a olvido, suena  a desaparecer  y llegar  a su tumba para llorar fumar y morir a su lado. Quizá ahora no pueda sentir su calor, pero al menos el frio de su losa  presagia lo que me espera. Dos cigarrillos y quiero mil de ellos para vestirme de humo y oler a nicotina cansada y tener la mirada amarrilla como mis dientes, para que la gente vea que el mundo los ensucio y los tiñó para siempre… me canse de recordar pero no puedo dejar de hacerlo.

Tres cigarrillos, empieza a fluir el humo y el himno no se acaba pero ya anuncia su final, triste como siempre, fiel a su naturaleza; estoy a la expectativa de los caminos a los que me llevaran los próximos pensamientos, espero una calle nueva y pequeña, empedrada de casas viejas donde vivan poetas viejos y muertos…
esperar…
Tres cigarrillos y mis pulmones arden y se derriten sobre mi estómago, y uso mi diafragma como cuerda para tensar un arco y dispararme al cielo. Tres cigarrillos y de repente olvidé que la recordaba, no obstante, algunos versos me re-cuerdan, por momentos, que aun la recuerdo y que aun la siento. Tres cigarrillos, el tercero a la mitad y quiero, pero no sé qué.
El final del tercero y me pongo en pie y me observo sentado y me agarro a golpes, escondo mi cadáver debajo de mi cama y lo guardo en formol para cuando quiera hablar conmigo.

No hay cigarrillos  y me siento desnudo, siento que me faltan un brazo, los pulmones y la cabeza, solo escucho como el humo se escurre entre los poros de las paredes que se ríen de mí, y tiemblo y quiero volar temblando para romper el cielo. No hay cigarrillos y no morí de cáncer pero caeré al suelo con los pulmones en llamas y la vida cansada. Se acabó la tinta y queda mucho papel por torturar, la pesadilla de todo escritor. (2010)


En Sobremesa, ya saciado, todo se trató de un parto indoloro que, en mi opinión, llegó a buen termino. 

Hambre

Retorna aquella noche
no en cuerpo,
no en vida,
sino en la escasez
que me signa como Tántalo.
 
El alma en vilo
esperando el momento en que se acaben estas líneas
para iniciar el largo proceso de morir  más rápido,
acompasado por el humo
y el amargo sabor del tabaco.
       amado

Sobre la mesa se hallan
mirándose a los ojos
un cigarro y un encendedor
yo, voyeur, contengo el aire
en la espera su cálido abrazo
                          y me abraso.  


Sobremesa.

Te miro morir entre mis manos
tú me miras desde abajo
y este mutualismo suicida
me saca una sonrisa.

Me besas y te beso
mientras en el aire
dejamos un rastro azul
que desdibuja la noche
en pequeñas cuscas olorosas.


Si algún día te olvido
no te preocupes
volveré a ti
con más amor y más muerte
junto a un desfile de ceniza. 

Comentarios

  1. A pesar de tu relación poética con el cigarrillo, mi visión es un poco más fatalista y contradictoria, quisiera que todo lo que mate no exista, y que todo lo que le guste a las personas hacer lo puedan hacer porque, por ejemplo aquí, si al fumar o dejar de hacerlo puedes hacer estas llamativas introspecciones, dejaría que lo siguieras haciendo sin pensarlo dos veces. Sin embargo, todos conocemos el horrible desenlace de este vicio, yo sobre todo lo conozco muy cercanamente y no quisiera que lo vivieras, ni que Luci lo viviera contigo.

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